¿A qué velocidad vives tu vida?
Para hablarte del tema que quiero compartirte hoy, quiero empezar desde una pregunta. A ver si te identificas:
¿Haces más de una tarea a la vez?
A qué sí. ¿Quién, fuera de un monje budista en pleno Tibet, no tiene una agenda que rebasa de actividades? Pero el foco en realidad está un poco más allá: en lo que tratamos de conseguir al llenarnos de cuestiones por cumplir.
Y aquí tengo otra pregunta para que reflexionemos en conjunto: ¿Para qué te apuras en hacer mucho?, ¿qué quieres conseguir? La respuesta de libro es “tiempo para uno”. Pues no, eso nunca sucede.
Te lo pondré en un ejemplo: Cuando estás esperando el bus o en una sala de espera a que te llamen, y tomas tu agenda y empiezas a hacer las llamadas que tenías pendientes, revisar la factura de la luz o responder ese correo de trabajo, y logras por fin ganarle unos minutos al día ¿qué haces con esos minutos?
Pues te digo lo que me pasa a mi. Me prometo que los usaré para mí, para descansar o pasar un rato con los niños, pero lo que al final sucede es que los uso para intentar ser más productiva. ¿El resultado? Libero agenda para llenarla aún más.
¿También te pasa?
Porque, aunque estés en esa sala de espera, o esperando que se detenga el bus en tu parada, y te obligues a “no hacer nada” para descansar unos instantes ahora que los tienes, terminas usando ese momento con el móvil, mirando noticias o haciendo scroll infinito en las redes. Y eso no es descansar.
¿Ves a dónde quiero llegar?
A que nos metemos en una rueda de hámster infinita de la que no sabemos bajar, no estamos acostumbrados a dejar de hacer que ruede, nos cuesta verla quieta, nos resulta extraño, e improductivo, por cierto.
Y no es gratis, ni para nuestra salud física, ni para la mental o emocional. Es que esa sobre estimulación a la que nos sometemos no nos deja descansar, ni siquiera cuando lo intentamos de verdad, porque la maquinaria ya está puesta en marcha y hemos acostumbrado a nuestro cerebro a no parar nunca. De hecho, ¿a ti también te pasa que te despiertas a la noche, tomas un trago de agua y por arte de magia se abre la agenda mental lista para ser revisada? Pues de eso hablo.
Mi propuesta de hoy es esta. Empieza por responderte ¿haces más de una tarea a la vez?
Es muy probable que sí, e incluso seguro te sientes con un gran entrenamiento en multitareas y te salga muy bien, pero aun así es un sobreesfuerzo. Más haces, más te pides, porque puede que tengas mucha capacidad para aguantar ese ritmo acelerado que se impone como normalidad del día a día, pero la cuestión aquí es ¿quieres seguir así?, ¿lo eliges? Estas son dos preguntas que tienes que responderte con total honestidad.
Porque al final, vivir al máximo de tus exigencias sin tiempo ni espacio para ti, no es vida. Es un trabajo.
Y vivir la vida como un trabajo implica que terminas deseando que llegue un viernes que nunca llega.
¿Y si frenas por un momento? Es cierto que si lo haces de golpe, el porrazo es tan tremendo como inevitable.
Pero hay dos secretos que pueden ayudarte a iniciar el cambio son:
Volverte consciente de tu ritmo actual, de la forma más objetiva posible.
Aquí tienes una idea. Toma papel y boli y escribe en detalle todo lo que haces en una columna, y en otra el tiempo que le dedicas a cada tarea. Tendrás un panorama bastante claro desde el que te será más fácil decidir qué reduces, qué dejas y cuánto tiempo puedes asignar a no hacer nada. Eso mismo, nada, solo estar. Ve incrementando minutos de a poco, primero 5, luego 10, y así continúa…
Pues no es necesario ir de 100 a 0 en 2 segundos, impón tu propio ritmo, que al final de eso se trata, de hacerlo a tu manera:
Al principio puedes empezar por hacer solo una tarea a la vez, aunque sea una detrás de la otra.
Luego intenta priorizar, y acepta que hay tareas que hoy no tendrán lugar.
Ve de a un día a la vez asumiendo que el proceso no es lineal. Un día puede ser bueno y otro fatal.
Veo ahora mismo tu cara, y sé que tienes dudas. No saques conclusiones, pruébalo y me cuentas.
Busca alternativas para ponértelo fácil.
No existe una forma de hacerlo que aplique para todo el mundo, por eso la receta perfecta es hacerlo a tu manera, mezclando los ingredientes como a ti te sepan mejor. Incluso, para que llegue el punto en el que te encuentres saboreando con placer el ritmo al que has llegado.
Y algo más: baja el listón, no es una competencia por conseguir productividad en el descanso. Más bien se trata de comenzar a prestar atención al ritmo que tu mente y cuerpo te piden, que es muy diferente al que te marcan esas publicidades de analgésicos que dicen “no dejes que un dolor de cabeza corte tu día”, cuando en realidad es justo lo que el cuerpo está necesitando. Que pares, que le des descanso, que así no puede seguir.
Adelante, vuelve a ti, a ocupar tu espacio, a dedicarte tu tiempo. Hoy puedes volver a ser protagonista de tu vida.
marzo 15, 2023 @ 9:46 am
Tienes muchísima razón. Uno se siente culpable cuando no hace nada. Por lo menos en mi caso. Con los años he aprendido que puedo estar sin hacer nada un rato. Pero no muy largo. Quizás ahora tendré que trabajar eso: Ampliar ese rato un poco más. Los años pasan y al final, cuando ya no tenemos fuerzas ni salud nos acabaremos preguntando: ¿Y que ha sido de tu vida?
abril 5, 2023 @ 2:50 pm
Gracias por compartir, Manuel.
Celebro que hayas decidido dedicarte tiempo a vivir, a disfrutar de estar vivo