Elige la actitud con la que quieres encarar tu vida
Me lo has escuchado decir ya muchas veces, la forma en la que te paras ante la vida -tus actitudes- define la calidad de tu día a día.
Y aunque puede que ya hayas entendido su relevancia, no siempre es fácil elegir una forma de actuar en concreto. Es lo que voy a invitarte a hacer hoy desde una actitud muy particular de la que somos presas casi todos los días.
Así que, si ya has conseguido tomar acción sobre soltar lo que no te sirve, este es el próximo paso: soltar la expectativa, abandonar la espera.
¿Crees que no estás en constante espera?, ¿consideras que el tipo de espera que atraviesas no te hace mal?
Es más, ¿crees que la expectación es inofensiva?
Ahora entenderás por qué no es así. Pero sobre todo comprenderás cómo mejorar tu día a día siendo consciente de ello y tomando acción.
Por ahora te pido que te abras a esta idea. En unos minutos entenderás que sufres por esta actitud más veces de las que eres consciente, más veces de las que quisieras, más veces de lo que te hace bien.
Empecemos por ponernos en la misma página: ¿cuándo y cómo es que nos empapamos de esta espera, de esta expectación?
Cuando de manera constante estás esperando que sucedan situaciones de una forma determinada que está fuera de tu control.
Cuando quieres que algo ocurra, porque imaginas que sería bueno o lógico que eso pase, pero al final no llega: que tu hijo cambie de actitud, que alguien de tu trabajo te ofrezca apoyo, que un familiar te llame para pedir disculpas…
O cuando, por ejemplo, vuelves a casa esperando que la comida esté lista, porque -al fin y al cabo- siempre cocinas tú y hoy estuviste todo el día hasta las narices en aquello, así que resulta lógico que la persona que convive en casa contigo haya tomado el relevo de la cena, porque debe saber que vuelves con un agotamiento tremendo y necesitas de esa actitud de su parte.
Pero en cuanto atraviesas la puerta tus expectativas se derrumban hasta el suelo, sientes una punzada en la tripa, aprietas los dientes, la garganta parece cerrarse, te mueves rápido y rígidamente… Y la otra persona no tiene ni idea de todo esto que está ocurriendo en tu mente.
Aunque igual, en este momento no te das cuenta de que solo tú has participado de esa conversación y -lo que hasta un minuto era expectativa- ahora se ha convertido en desilusión, y en reproche que puede ser a viva voz o en tu follón mental personal. El hecho es que el sufrimiento ha llegado y está en alza.
Y la parte de la que eres más inconsciente es ¿qué harás ahora con toda la energía de esta emoción que trajo consigo la frustración?
Te lo digo yo: DAÑARTE.
Lo sé, no es tu intención, pero sin embargo es lo que sucede, es el precio que pagas por la expectativa.
Ya lo dice la frase popular: “Quien espera, desespera”. Y ese es un proceso que duele.
Sí, esto es lo primero que debes comprender: una actitud expectante ante la vida, genera mucho sufrimiento. Y en realidad, tiene sentido, porque las cosas no son como te gustaría que fueran ni como crees, ni como te han dicho que tienen que ser.
Las cosas son como son.
La vida es como es.
Las personas son como son.
Y es que una expectativa no deja de ser una idea proyectada sobre el futuro. De hecho, piensa en esto: cuando proyectamos lo hacemos sobre la base de nuestra experiencia pasada, por lo tanto, lo que proyectan nuestras expectativas no es más que más pasado. Al final, es una forma de condenarnos a la repetición en una espiral infinita de sufrimiento.
Ese es un sufrimiento que conocemos bien porque, aunque no seamos del todo conscientes, cuando lo padecemos nos damos cuenta de que no queremos sentirlo más. Aunque, claro, a la vez no dejamos de evocarlo y perpetuarlo. Paradójico, ¿no crees?
Pues esto te sucede tanto a ti, como a mí y a cada persona que se deja atrapar por la expectativa de esperar que algo que no está en nuestro control, ocurra.
Pero entonces ¿no hay nada que uno pueda hacer para evitar caer en este ciclo de esperanza y desilusión constante.
Sí, y todo empieza por tomar consciencia y elegir la actitud correcta.
Y requiere de autobservación.
Te propongo mirar cómo reaccionas, lo que sientes, lo primero que te viene a la cabeza y, lo que haces después de toda la descarga cognitiva-emocional ante una vivencia de expectativas frustradas. Luego cuantifica tu nivel de sufrimiento con esa vivencia en una escala de 0 a 10.
El objetivo aquí es que seas consciente del daño que experimentas desde el esperar que algo concreto pase:
Algo importante para ti.
Algo que te hace mucha ilusión.
Algo que crees que te mereces.
Algo por lo que llevas peleando desde hace mucho.
Algo que alguien tiene que darte o devolverte.
Algo que incluso todos saben que estás esperando.
Ese ALGO que nunca llega.
¿Lo ves claro?, ¿cuál es el resultado? 2, 4, 10… El puntaje que sea, toma nota.
A continuación, hazte esta pregunta: ¿Cómo puedo sustituir la espera por acción?
A partir de allí, de que te vuelves consciente del daño que genera en ti, el objetivo es que dejes de esperar de manera pasiva y decidas qué puedes hacer para conseguir aquello que estás esperando que suceda.
Suelta la expectativa y toma acción. Aprópiate de tus emociones eligiendo qué actitud tomar.
Y en cuanto logres hacer este cambio, de nuevo, cuantifica de 0 a 10 tu nivel de sufrimiento, tanto desde tu primera reacción física (las sensaciones en tu cuerpo), como desde las emociones, al igual que lo que piensas y haces en ese momento. ¿1, 6, 0? Toma nota.
El último paso es que compares la misma situación desde la experiencia de dos actitudes diferentes. Ahora dime: ¿qué actitud eliges para vivir tu vida?, ¿la que te aporta más sufrimiento o la que menos?
Si has conseguido seguir este proceso tal como te lo detallé, verás que puedes conseguirlo cada vez que los precises. Adelante.
Sigue soltando lo que te lastra, descubre todo tu potencial.
Estaré encantada de leer tus experiencias en este importante paso hacia tu libertad.