Este año descubrí otra forma de habitar el presente. Te lo cuento aquí
Tal como suele pasar con las grandes revelaciones, esta se gestó cuando mis hijos empezaron a hablar más seguido de cuestiones de grandes, a mirarme desde un poco más arriba y a pensar en su futuro…
Parece que fue ayer cuando, siendo ya madre vieja, ellos quisieron nacer vivos.
Y ser testigo de que ya han recorrido un buen tramo de sus vidas, y es más evidente que dejan atrás unas etapas y empiezan otras, me obligó a mirar mi propia vida y a hacer un balance que -para mi sorpresa- terminó devolviéndome amorosamente hacia mi misma desde otra perspectiva. Una donde el cuerpo adquiere un protagonismo especial.
No importa si tú tienes 30, 40 o 50 años, puede que te identifiques con lo que te voy a contar ahora, porque tiene más que ver con volverse consciente que con la edad cronológica.
En un instante lo verás.
¿Te ha pasado sentir que tu cuerpo ya no responde como antes, o cómo esperas que lo haga, a pesar de que tu cabeza sigue a velocidad de vértigo?
Pues cuando por fin lo noté me resultó confuso y frustrante. No comprendía cuál era la razón por la que mi cuerpo -con su casi recién estrenado medio siglo– se movía ahora a un ritmo caprichoso y demandante que me impedía avanzar, totalmente ajeno a mis intenciones y expectativas.
Y eso ha conseguido que no haya llevado muy bien los primeros meses de este 2022, pero por fin me he entregado a lo que hay, y eso me ha permitido sintonizar con ese ritmo caprichoso que te decía antes.
Es que al igual que con los niños, resultó ser más que un simple capricho, fue una forma de obligarme a parar, ya sea para atenderme un dolor allí, el tirón allá y la torcedura de este tobillo, o incluso que mejor no use tacones. Pues eso, parar a mirarme y escucharme, escucharlo a él, a mi cuerpo.
Y sí que ha conseguido lo que pretendía: que me diera cuenta de que mis necesidades han cambiado.
Porque yo también he crecido y han quedado atrás unas etapas para dejar lugar a otras, en las que prefiero ir más despacio, con mayor silencio y dedicando tiempo a vivirlo todo de manera más consciente, porque cada rellano de la escalera de la vida que subimos tiene sus cosas. Aunque los 50 son más parecidos a una antesala de lo que vendrá.
Ojo, que no quiero confundirte, me refiero a que hay algo en la dupla mente-cuerpo que cambia y, como todo movimiento, es bienvenido.
Es una invitación a algo nuevo.
Un desafío que te animo a tomar: párate a escuchar tu cuerpo y deja de arrastrarlo por tu vida como si importara menos que la urgencia de lo que tienes previsto para hoy. Para y habítalo, llena sus espacios, acaricia sus dolores y recorre cada cicatriz.
Luego vuélvete consciente del ritmo, agradeciendo cada nuevo impulso, disfrutando cada expansión y estímulo recibido. No lo entenderás al principio, no importa, porque cobrará sentido a su tiempo. Sin inmediatez.
Esto también es parte de lo que aprendes en esta etapa, o más bien aprehendes.
Suelta también la mente – es indispensable-, también las expectativas, creencias, miedos e incluso ambiciones. Ya vendrá todo en su debido momento y serán grandes logros, pero lo primero es vivir la vida desde tu cuerpo.
Cierra los ojos y repítelo: “ahora decido vivir la vida desde mi cuerpo, escucharme a través de él.”
A mí esta reflexión, este insight como se dice ahora, me pilla añeja, pero no demasiado tarde, y tampoco es tarde para ti, así que aprovecha tu tiempo y anímate a vivir en plenitud solo acompasándote al ritmo de la vida, y de la etapa que te toca vivir.
Dale a la vida su tiempo, date tu tiempo.
Te encantará vivenciar lo que viene luego, porque esta otra actitud es la que te permitirá saborear la vida con la sabiduría que solo otorga la experiencia de vivir y de haber entendido que hay un momento en que la capa de superhéroe ya no es necesaria, no interesa si toca el suelo o se arrastra por él.
Porque ahora que te has reconectado con tu cuerpo accederás a un camino mucho mejor que el que sigue tu mente, ahora es cuando activas tu brújula física y aprendes a regirte por el presente. La inteligencia de tu cuerpo entiende de movimiento y de pausa, pero sobre todo sabe distinguir cuando es el momento de cada uno sin juzgar.
Aprende a cultivar ese estado, atendiendo a cada señal de tu cuerpo sin interpretar ni agobiarte. Y si no encuentras por dónde empezar recuerda cuando alguna vez has cuidado de un bebé –tuyo o ajeno- o incluso de un cachorrito, ¿recuerdas cómo observabas cada reacción o movimiento y tomabas nota de ello? Por ejemplo, si cuando dormía sacudía una mano o apretaba la boca, o si se le iluminaban los ojos al ver algo que le gustaba, también cuando al notar una situación que lo descuadraba apretaba fuerte los puñitos.
Esto es lo que te propongo que hagas contigo mismo: haz un inventario de todas esas reacciones más involuntarias que voluntarias, de acuerdo a cada situación, habrá muchas que ya conoces, pero también otras tantas a la espera de ser descubiertas. Adelante, anímate a probar.
Luego repásalas y mírate con el mismo amor que cuando cuidas de alguien tierno a tu cargo, hazlo solo por el placer de observarte y empaparte de ti.
Ese inventario es el que te permitirá reconectar con tu cuerpo, que no es otra cosa que CONECTAR CONTIGO EN EL PRESENTE.
Y si lo deseas, luego cuéntame qué has descubierto y qué cambios has notado.
septiembre 13, 2022 @ 2:40 pm
La existencia es tiempo e historia…
octubre 5, 2022 @ 11:35 am
Gracias Pablo por tu reflexión