Si quieres saber quién eres necesitas soltar esto
¿Quién eres? Sí, tú.
A que esta simple pregunta te toma por sorpresa, no por leerla, sino porque al internar responderla te das cuenta de que –lejos de ser simple- tiene infinitas aristas, tantas que incluso se remontan a antes de tu nacimiento a este mundo.
Vamos a darle una vuelta: ¿Cuánto de aquello que crees que te define es en realidad tuyo y cuánto es adquirido?
Y de aquello que ya no parece tan tuyo, ¿cuánto podrías soltar y aún no lo has hecho? Hay algo allí que te impide desplegar tus alas en toda tu majestuosidad adulta. Aunque es ahí donde está la clave para dejar de ser quien crees que eres y comiences a ser tú con todo tu esplendor.
Liberarte de esas cargas te permitirá “hacerte grande” y vivir en tu etapa adulta.
No es que esté mal que estés allí, porque soltar es parte del proceso de crecimiento e independencia, es el pasaje de la edad infantil a la fase dónde floreces como persona independiente.
Son dos etapas muy distintas. Cuando nacemos, elegimos desde la entrega, porque en la inmensa gratitud de la niñez y el amor por los padres, nos entregamos a la complacencia en todo aquello que pueda facilitarles la vida o protegerlos. Es un amor arcaico que no entiende que eso no es real.
Piénsalo un instante, ¿puede un niño hacerse cargo de los dolores, necesidades o cargas de sus padres? Claro que no, pues no le corresponde, son personas adultas a cargo de sus propias vidas. Eso no quita la ayuda y apoyo valiosos entre padres e hijos, tiene que ver con no invertir los roles.
Pero de niños no nos damos cuenta de ello, es lógico, ¿cierto?
No podemos a tan temprana edad enterarnos de esas promesas hechas con todo el amor infantil, aunque cuando nos vamos haciendo mayores, nos volvemos capaces de identificar esos patrones de comportamientos y desde allí, con todo el amor, podemos soltarlos para hacernos cargo de lo nuestro.
Soltar.
Te lo he mencionado varias veces hasta aquí, pero ¿qué es necesario soltar exactamente? Para empezar, los patrones de complacencia, de deseo infantil de “cuidar y/o proteger” a los mayores y la necesidad de no decepcionar.
Es lo que marca la edad adulta. El momento en el que puedes tomar todo lo recibido de tus padres y hacerlo tuyo a tu manera, integrarlo para versionarlo con tu toque personal ¿Verdad que liberarnos y sacar a relucir nuestra esencia es algo digno de anhelar? Si así lo sientes, te invito a sincerarte y reconocer qué tienes para soltar:
Las lealtades o promesas de “seré como tú” (o justo lo contrario).
La culpa por ser tú como individuo único y diferente.
Las carencias afectivas surgidas de la necesidad de cumplir expectativas familiares.
La protección del clan, ahora ya estás en condiciones de resguardarte por tu cuenta.
La crítica como estrategia de protección desde la superioridad ficticia de la fuerza de identidad del clan.
La fantasía infantil de que las cosas solo son como creías que tenían que ser.
Ahora es cuando entiendes la igualdad a nivel humanidad, porque fuera del clan te das cuenta de que todos somos iguales –ni mejores ni peores- solo seres humanos creciendo cada uno en sus tiempos y con los recursos que tiene en su momento.
¿Sientes el vértigo?
Pues, claro, puede que sea tanto como para marearte y darte cosquillas en la barriga. Eso es bueno.
Porque eso quiere decir que ya estás solo, y puedes con ello, te has liberado de la inercia de lo conocido y eliges cada paso con base en ti y tus propias circunstancias. Ya nos das cuenta de tus decisiones a nadie más que a ti.
Puedes hacerlo de frente o buscando excusas, eso depende de ti.
¿Sabes algo? No es más difícil que cuando atravesaste el canal de parto. No lo recuerdas, pero la sensación de vértigo ante lo desconocido debió haber sido similar e igual de solitaria. Aunque lo que vino después de ello es tan bueno como lo que vendrá ahora.
Fuerza
Satisfacción
Alegría
Orgullo,
Motivación por más pasos, retos, amor, crecimiento…
Respira hondo, siéntete, escúchate y vuelve a ti. Libérate. Eres tu responsabilidad y te propongo redescubrirte en esta nueva fase desde el cuerpo porque –ya lo sabes- allí es donde nuestro yo habita. Descúbrete a partir de él.
Te acompaño en este camino. Como siempre puedes contar conmigo y también puedes valerte de las herramientas que te he dado para volver al cuerpo, porque desde allí encontrarás la calma que dará lugar a las respuestas.
Adelante, te leo en los comentarios.
diciembre 2, 2022 @ 4:27 pm
Lola gracias he pasado de mi infancia a mi madurez. He sabido diferenciar lo que se esperaba de mi cómo niña a lo que soy cómo mujer madura.
diciembre 6, 2022 @ 12:15 pm
¡¡Felicidades Angeles!! ¡Ánimo ya lo tienes, sigue creciendo!