La única ensaladilla rusa en la que no puedes separar los ingredientes es esta
Esta no es una preparación cualquiera, lleva en ella el carácter de cada casa de familia en la que se prepara, algunas recetas llevan guisantes, y otras no van con atún. Aunque lo que si es similar entre todas las ensaladillas rusas que puedas encontrar, es la enorme variedad de ingredientes y colores.
Pues lo mismo ocurre con la vida y aun así, hay una gran diferencia que lo cambia todo.
Lo entenderás en un momento.
¿Te has empeñado alguna vez en sacar cada pedacito de pimiento rojo de tu ensalada incluso antes de probarla? Otras personas, en cambio, retiran el huevo o los ingredientes verdes, tampoco faltan los que buscan la aguja en el pajar intentando –contra todo pronóstico- separar el huevo o el atún del resto. Una batalla perdida de antemano.
Hay también de los que eliminan todo hasta quedarse con los claros, la patata y la mayonesa.
Ya comprendes el punto.
El tema aquí es que, en eso de pretender quedarse solo con lo que nos gusta, la vida no se le parece en nada a esa ensaladilla.
Por muchos motivos, pero antes que nada, porque en el afán de intentar eliminar aquellos ingredientes que no te gustan se te puede ir media vida sin haberte llevado nada a la boca, es decir, sin haber vivido nada. Y ese tiempo perdido no va a volver.
Puedes protestar y seguir protestando por la cantidad de colores desagradables que la vida te ha traído en ese “plato”.
Puedes incluso lamentarte solidariamente con los de la mesa de al lado que tampoco quieren afrontar el “plato” que su vida les ha servido ese día.
Puedes también montar una asociación, una ONG o un partido político para reivindicar que tu queja sea atendida.
…Pero tu plato así tal cual está, seguirá allí, no se lo van a llevar para traerte uno a tu medida.
Y ¿sabes qué? Está muy bien que así sea, porque lo que no nos gusta equilibra lo que si nos gusta. Por ejemplo, puede no gustarte madrugar, pero sí llegar a tu destino de viaje de fin de semana a tiempo, y así ya madrugar no te parece tan mala idea porque adquiere un sentido, de esta forma sí cabe en tu vida eso que no te gusta.
O si piensas en el esfuerzo tedioso que para muchos puede ser doblar y colocar la ropa limpia en los cajones, pero la contrapartida es la satisfacción de encontrar las cosas limpias y en su sitio.
Son ejemplos cotidianos con los que te invito a aceptar que la vida no se para a esperar que tú accedas a afrontar lo que hay, o te da opción de debatir lo justo o injusto según tu punto de vista. Solo avanza hacia delante y lo hace con un sentido.
Quizá el querer entender el porqué de que las cosas sean como son es el causante de tanta pérdida de tiempo y energía en protestas y lamentos. Entonces reflexiona sobre esto, ¿y si lo que falta es confianza, y lo que sobra es sentimiento de superioridad?
Me refiero a que por momentos puedes creerte que la vida funciona como una de esas “apps” para pedir comida en las que con solo haces clic en finalizar orden, y el pedido de ensaladilla rusa a medida está resuelto y en camino. Pues la vida no es así.
En cambio, vivir implica saborear lo que hoy tenemos, desarrollar nuestra creatividad y potencial para crear una gran receta con ello y dejar de añorar lo que un día nos funcionó. Es la manera de dejar atrás patrones ya caducados.
En definitiva, la vida nos empuja a crecer, a ir a más vida, más amor.
Sí, a más amor.
Si puedes aprender a amar los pimientos rojos, el huevo duro, los guisantes verdes y el atún desmenuzado, o dicho de otra forma: si puedes amar a todo lo que hay afuera, por más que en apariencia te fastidie, podrás descubrirte y amarte tal y como eres. Sin limitaciones.
Abraza esos pimientos rojos, porque es lo que te permitirá averiguar quién eres más allá de ese obstáculo, verás como asumes tu grandeza muy por encima de tu capricho, dejando la queja y el estancamiento tan de lado que perderá todo poder sobre ti.
Y de nuevo, abrazar de esta forma te llevará a ser más grande y a más amor.
Al igual que en el día a día de tu cocina, las recetas no llevan todo lo que dicta el chef o el libro, sino que al final solo puedes incluir lo que hay en la nevera, así es que puedes escribir esta norma acerca del juego de la vida y pegarlo en la nevera: “CON LO QUE HAY, FUNCIONA”.
Ahí no caben los peros, sino la creatividad, resolución y avance.
Destierra de una vez los peros.
Suelta el victimismo de la queja.
Y afronta tus miedos.
Estás viv@, pues adelante, vive tu vida con todos sus ingredientes.