¿Cuál de estos 2 tipos de amor brindas a tus hijos?

No se trata aquí de si quieres o no a tu hijo, eso no lo pongo en duda, ya que si estás aquí es porque te interesa su bienestar.

Es algo más sutil que se resume en esta frase: Pobrecito mi hijo junto a todas sus variantes.

Pobrecito, a primera vista, parecería una palabra inocente, pero lo cierto es que no lo es, y de hecho tiene un gran potencial invalidante. ¿Te sorprende?

Tiene que ver con lo que te contaré ahora, y que empieza por comprender estos 2 tipos de amor:

Amor adulto

Amor arcaico o infantil.

El primero, ama al otro con todo lo que conforma a esa persona, sin peros. Se trata de querer con respeto y aceptación, que es justo todo lo contrario al amor infantil, que ama desde el miedo al sufrimiento del otro.

Nada bueno puede salir desde este último lugar.

El amor sobre protector no ayuda a crecer, porque detrás de él hay un profundo deseo –fantasioso- de protegerle o evitarle toda vivencia dolorosa. Es irrespetuoso por ser invasivo, pues se enfoca en las debilidades y dificultades de la otra persona.

¿Y cómo aplica esto entre padres e hijos?

Ver a tu niño desde el pobrecito, es amor arcaico, ya que le trasladas la sensación de que no es capaz, y de que no puede resolver eso que le toca vivir. Así que cuando se repita la situación, tu hijo se posicionará en el pobrecito yo e irá directo a ti en la búsqueda de que le soluciones o protejas de aquello que le sucede, por lo tanto:

No desarrollará estrategias para hacer frente por sí mismo.

No confiará en su capacidad de avance

No se sentirá seguro solo

Y desarrollará dependencias, bien contigo, como padre o madre, bien con un amigo. Incluso, más adelante, con una pareja.

Lo sé, no hay dudas de que, entre todas las personas del mundo, a quien tú le desearías que jamás tuviera que sufrir, es a tu hijo.

Aunque creer que eres capaz de evitarle el dolor que conlleva vivir, es pretender salvarlo de ser quien es.

Y ese sí que no es el tipo de amor que pretendes darle, estoy segura de ello.

Por otra parte, párate un instante a pensar en esto: ¿En realidad crees que no saldrá adelante solo?, da igual el cómo. Aunque no sea como tú quieres o pretendes, si abrazas la mínima posibilidad de que lo creas capaz de lograrlo, le estarás ayudando de verdad, y será uno de los mayores regalos que como madre o padre puedes entregar a tu hijo.

Que des este pequeño paso hacia atrás, y le brindes su espacio, implica ampliar tu perspectiva para ser capaz de abarcar tanto sus limitaciones como sus potencialidades. 

Y si tú ves potencial, él o ella también lo hará.

Porque cuando, en vez de dolerte por él, confías y trasladas tu mirada de orgullo más allá de la situación difícil, le empujarás a su vida en la independencia y seguridad de su propio equilibrio.

Así que te invito a que, a partir de ahora, observes si se te está por escapar una frase que incluya pobrecito, para que la sustituyas por:

Eres increíble.

Puedes con todo.

Te admiro.

Tú verás.

Seguro que encuentras la forma de resolverlo.

Suena mucho mejor, ¿estás de acuerdo? Cuéntamelo en los comentarios.